Cristian Pizarro Vegas Diseñador UX/UI Especializado en accesibilidad
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Hideo Kojima: Si los usuarios dicen que les gustó, significa que fallé

User Experience Disruption Index

Durante los ensayos preliminares de Death Stranding 2, Hideo Kojima recibió elogios unánimes. Pero en lugar de sentirse tranquilo, sintió inquietud. En su lógica, si todos están de acuerdo, tal vez el juego no está diciendo nada. La validación inmediata puede ser señal de que la propuesta no disrumpe, no desafía, no deja huella.

Este fenómeno no es exclusivo del mundo del videojuego. En el diseño de experiencia de usuario, también enfrentamos el dilema de diseñar para la aceptación o para el impacto. Y son dos caminos distintos. Un producto que gusta a todos puede estar cumpliendo su rol funcional, pero no necesariamente su rol expresivo. La diferencia entre usabilidad y significado está en la capacidad de provocar una reacción más allá de lo esperado.

Diseñar para ser recordado no es diseñar para agradar. La memoria se activa cuando hay conflicto, cuando hay una decisión narrativa o visual que obliga al usuario a posicionarse. Eso implica riesgos. Implica, a veces, perder a quienes buscan neutralidad. Pero también implica ganar relevancia.

En este contexto, el diseño deja de ser neutro y se vuelve tesis: toma postura, asume riesgos y genera conversación. Y eso, en un ecosistema saturado de soluciones pulidas pero anodinas, es lo que realmente marca la diferencia.

Los indicadores tradicionales como NPS y CSAT miden comodidad y cumplimiento de expectativas. Pero no miden impacto, recuerdo o apropiación simbólica. Ahí es donde el diseño que disrumpe —pero resuena— empieza a ganar relevancia.

Midiendo la disrupción: diseñar con UXDI

Una interfaz puede cumplir con todas las normas de usabilidad y aun así no dejar ninguna marca. La funcionalidad garantiza que algo opere; el impacto, en cambio, requiere una postura. Si un producto es universalmente aprobado, tal vez sea porque no disrumpió a nadie. Y lo que no disrumpe, no transforma.

El elogio unánime no siempre es señal de éxito. A veces es el síntoma de que el diseño se quedó en lo correcto, en lo esperable. En un ecosistema saturado de soluciones eficientes, lo realmente valioso es aquello que se atreve a romper ese molde. Diseñar para gustar no es lo mismo que diseñar para importar.

Para abordar este desafío, propongo un marco experimental denominado User Experience Disruption Index (UXDI). A diferencia de las métricas tradicionales centradas en facilidad de uso o satisfacción inmediata, el UXDI evalúa la capacidad de una experiencia para provocar disrupción emocional e intelectual significativa.

La técnica combina análisis cualitativo y cuantitativo, y puede aplicarse al final de una experiencia o como parte de estudios longitudinales. Su objetivo es identificar no solo la presencia de reacciones emocionales, sino su profundidad, duración y grado de apropiación simbólica.

Un UXDI alto no implica satisfacción inmediata; de hecho, puede coexistir con confusión inicial. Pero es precisamente esa disrupción controlada la que deja rastro. En entornos donde la atención es volátil y la oferta, homogénea, diseñar para disrumpir con intención puede ser la vía más efectiva hacia la recordación profunda y el vínculo simbólico.

Yo propongo que diseñemos experiencias que exijan una posición, que toquen una fibra, que obliguen a pensar distinto. UX no debería limitarse a facilitar, sino atreverse a provocar disrupción. Porque ahí, justo ahí, comienza el impacto.

Autor: Cristian Pizarro
Corrección de estilo: Deepseek
Imagen:
Sora

Cristian Pizarro
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