Cristian Pizarro Vegas Diseñador UX/UI Especializado en accesibilidad
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Alexa, cría a mi hijo: KPI’s desde la cuna

Crianza algorítmica

En el escenario contemporáneo de la parentalidad, atravesamos un cambio profundo y vertiginoso en las formas de cuidado, marcado por la intromisión progresiva de tecnologías algorítmicas que reescriben los vínculos más íntimos. Lo que alguna vez fue territorio de la intuición y del afecto se ve ahora colonizado por sistemas de recomendación que nos dictan, con precisión matemática, los ritmos de la vida infantil. Padres y madres (yo incluido), empujados por el colapso del tiempo propio, la carga mental constante y la fragilidad de las redes de apoyo, terminamos rindiéndonos ante la promesa de control que ofrecen las aplicaciones móviles. No solo buscamos ayuda: nos aferramos a ellas como si fueran la última fuente de certeza en medio del caos cotidiano de criar.

Herramientas como Napper y Huckleberry no se limitan a registrar datos del sueño infantil: se erigen como oráculos contemporáneos que dictan, con una autoridad casi incuestionable, el momento exacto en que un niño debe cerrar los ojos. BabySparks no propone sugerencias: impone un mapa de desarrollo cuyo desvío se percibe como falla. Plataformas como YouTube Kids no entretienen: hipnotizan. Su lógica no está diseñada para formar, sino para retener, cautivar y saturar. Lo sensorial reemplaza lo simbólico. Lo inmediato sepulta lo reflexivo. Y todo este ecosistema es coordinado por voces sin rostro (Alexa, Google) que se infiltran en nuestras rutinas más íntimas, ocupando un lugar que alguna vez perteneció al diálogo humano, a la improvisación, a la presencia real.

Delegación afectiva

Esta dependencia progresiva de plataformas tecnológicas no es inocua: representa una cesión profunda de lo afectivo y lo simbólico a una maquinaria que traduce el acto de cuidar en un conjunto de comandos y métricas. La subjetividad parental ya no se forma en el diálogo ni en la experiencia directa, sino en las recomendaciones automatizadas de una interfaz. La crianza, ese espacio históricamente atravesado por el cuerpo, el error y la intuición, se ve encapsulada en dashboards, gráficas de progreso y notificaciones push que prometen calma a cambio de obediencia.

Lo que emerge no es solo una nueva forma de gestionar el día a día, sino una transformación ontológica: pasamos de criar con los sentidos abiertos a monitorear con ojos algorítmicos. Lo imprevisible (el llanto sin razón, el juego sin objetivo, el desorden fértil del afecto) es silenciado por sistemas que ofrecen predicción como bálsamo frente al caos. La crianza deviene una coreografía exacta, medida por herramientas que imponen la ilusión de que todo es corregible, calculable, perfeccionable.

Criar hoy es un acto de resistencia.

Significa sostener el vínculo como trinchera, defender lo impredecible como valor y reivindicar la presencia como forma de conocimiento. Ningún algoritmo, por muy afinado que sea, puede traducir el temblor de una duda amorosa ni capturar el peso existencial de mirar a un hijo y no saber qué hacer.

Aceptar la incertidumbre, tolerar el error, cultivar la presencia

Desde una perspectiva de diseño de experiencia de usuario (UX), esta situación nos interpela directamente. Las decisiones de arquitectura de información, interacción y contenido de estas plataformas modelan conductas parentales. En estudios recientes de UX se ha observado que más del 60 % de los usuarios de apps de crianza declaran seguir sus sugerencias “casi siempre”, incluso si contradicen su intuición o experiencia previa. Esto revela no solo una dependencia funcional, sino una transferencia de confianza hacia interfaces diseñadas para maximizar engagement, no necesariamente bienestar.

Diseñar para la infancia, entonces, no puede seguir los principios de retención y gamificación sin una profunda reflexión ética. UX no debe ser neutral cuando media decisiones tan delicadas como el afecto y el cuidado. Por eso, cuidar (de verdad) exige que también diseñemos con cuidado.

Autor: Cristian Pizarro
Corrección de estilo: Deepseek
Imagen:
Sora

Cristian Pizarro
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