Para que me habitan, si saben como me pongo. Volcán Calbuco en erupción

Hace poco tuve el privilegio de visitar la zona, observar aquellos volcanes en su aparente sueño eterno, albergando tremenda riqueza en su gente, sus paisajes y frutos. El sur de Chile es un lugar para vivir y morir, ya hace años se dieron cuenta de ello los colonos Alemanes de la zona, es un lugar fértil, hermoso en abundancia, eterno y vivo.

Primero fue el volcán Villarica el que nos amenazó, y cual asesino a sueldo nos timó, pero no tuvo carácter para concretar. Calbuco cual compañero aguerrido es quién se atrevió a alzar la voz, ante todo pronostico, dormido con un ojo abierto, siempre atento congelando su ira en la cúspide no pudo más y se alzó. El despertar del Calbuco no es más que un indicio, un recordatorio sobre nuestra verdadera posición en la tierra como visitantes, que nos transporta al instante a nuestro ser más prehistórico, allí donde no hay Twitter ni Facebook para presumir tu selfie contra el volcán. Allí donde la cúspide del témpano eterno se vuelve al rojo vivo para indicarte que eres tan vulnerable como cualquier otro ser vivo, que no somos especiales ante el.

Fotografía, Vicente Vegas